Una persona puede llegar a creer que ha experimentado una agresión sexual que realmente nunca sucedió. Las preguntas sugestivas que realizan abogados, policías, jueces, fiscales y psicólogos, pueden llevar a “recordar” hechos que jamás ocurrieron. La memoria no funciona como una cámara de vídeo que graba con exactitud todo lo que vivimos. Las distorsiones de memoria y la creación de falsos recuerdos deben ser tenidas en cuenta a la hora de valorar la prueba testifical.
Hagamos un breve ejercicio. Intente recordar qué cenó ayer, fácil ¿verdad? Ahora intente recordar qué cenó usted antes de ayer, un poco más difícil ¿no? Bien, ahora intente recordar qué cenó el 13 de abril de 2022 ¿no se acuerda? ¡Vaya, qué mala memoria tiene usted! No entre en pánico, su memoria no es mala, es normal y hace lo que tiene que hacer: olvidar.
Nuestra memoria no es una reproducción exacta de los acontecimientos que vivimos y las preguntas sugestivas (e involuntarias en muchas ocasiones), pueden hacer creer a una persona que fue víctima de un delito que jamás se llevó a cabo.
Suelo recibir llamadas de abogados que me comentan que sus clientes de repente han recordado haber sido abusados sexualmente en la infancia. Afirman que durante años bloquearon el recuerdo pero que ahora lo han recuperado. En ocasiones, el recuerdo ha sido recuperado tras asistir a alguna sesión de terapia. Si se inicia un proceso judicial, jueces, policías, fiscales y abogados realizarán un número elevado de preguntas que pueden provocar que la supuesta víctima “recuerde” cada vez más detalles de hechos que jamás sucedieron. En la actualidad sabemos que las memorias reprimidas son un mito jamás probado por la ciencia ¡Tengan cuidado abogados!
Cuando era niña, un día al llegar al cole, una amiga me dijo que su tía había visto la noche anterior en un programa de televisión llamado “Sorpresa, sorpresa” un episodio estrafalario con un bote de mermelada, un perro, una niña y el cantante Ricky Martin. Según el bulo, una menor se untó mermelada en sus partes, y llamó a su perro para que las lamiera, mientras Ricky Martin se encontraba escondido en un armario de la casa y un número muy elevado de espectadores eran testigos en directo de los hechos, gracias a la grabación en directo que estaban realizando las cámaras. Se confirmó que todo había sido un bulo, pero hoy en día, podemos encontrar personas que lo “recuerdan”. Pero ¿cómo pueden recordar algo que nunca ocurrió?
Pongamos otro ejemplo. Piense ahora en algún acontecimiento que ocurriera en su infancia y que usted recuerda pero que las personas que estaban con usted no recuerdan en absoluto. Por ejemplo, muchas personas recuerdan que siendo niños se perdieron en un centro comercial. Ahora bien, sus padres afirman que ese hecho jamás sucedió, pero los niños (hoy en día, adultos) recuerdan “con exactitud” todo lo sucedido. Luego entonces, ¿quién tiene razón? ¿alguien ha sufrido amnesia? ¿los padres lo olvidaron porque fue muy doloroso? No. Simplemente nunca ocurrió. La psicología del testimonio nos ofrece datos científicos que muestran que nuestra memoria está muy lejos se ser exacta, que reconstruye las vivencias, que las altera, que añade datos y que omite otros.
Ya a principios del siglo XX, el psicólogo germano-estadounidense Hugo Münsterberg, nos alertaba sobre el peligro de la sugestión en el ámbito judicial indicando que lo que un testigo declara son “mezclas de verdad y no verdad, combinaciones de memoria e ilusión, de conocimiento y sugestión, de experiencias y de conclusiones erróneas”.
Cuando se comete un crimen, se guardan los indicios físicos, no se tocan, se protegen, se respetan. Pero cuando se tiene un testimonio, no se hace lo mismo. Se pregunta, se pone en duda, se sugiere, se intenta manipular. Curioso ¿verdad? cuando casualmente una de las pruebas más importantes y frágiles es la memoria de los testigos.
En conclusión, abogados: no se fíen de su memoria, pero sí de los forenses especialistas en psicología del testimonio.