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Madrid, marzo de 2009

Terapia individual con Interno José, bajo suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad

 

-Entonces, lo que tú me quieres decir es que ella también te pegaba a ti.

-Sí, me pegaba, claro, y muchas veces

-Vale…a ver, tenemos que diferenciar algunas cosillas. A ver, cuéntame algún episodio en que ella te pegara a ti. Y, si es posible, cuéntamelo con muchos detalles, con todo lo que recuerdes

-Por ejemplo, Ruth, me acuerdo un día que estábamos discutiendo mucho en casa por alguna tontería. El niño se puso a llorar y ella se puso como una loca diciéndome que me iba a denunciar, que si yo era un maltratador, y en una de estas, me dio un tortazo. Así, sin venir a cuento.

– A ver. Estabais en casa discutiendo, el niño se pone a llorar y ella te da un tortazo. Así, sin más.

– Sí, sí, sí, tal cual.

– ¿Entonces te pega sin ninguna razón? de repente le da por ahí y te pega

-Sí, sí.

– ahhhh, ya sé lo que le pasa a tu exmujer. Tiene lo que se llama disgregaciones emocionales. Son pequeños ataques que sufren algunas mujeres, generalmente les da por decir que van a denunciar a sus maridos, o a sus novios y, en ocasiones, durante los episodios les pegan. Generalmente es una bofetada rápida, así sin venir a cuento de nada.

-Y ¿cómo has dicho que se llama eso Ruth?

Disgregaciones emocionales.

– ¡Qué fuerte! Fíjate que yo me imaginaba que ella tenía algo, estaba mal de la cabeza…hacía cosas muy raras. Pero claro, la creen a ella. No todo el mundo, pero su abogado la cree, sus amigas, su familia claro, es normal. Es la ley esta de violencia de género que está fatal y las verdaderas mujeres maltratadas pues ni denuncian. Y a nosotros nos llevan al calabazo de primeras, como a mí, que porque llamó un vecino diciendo que oía gritos ya me llevaron. Y uno de los policías me decía que no entendía por qué estaba yo allí, si no había hecho nada. Y hasta el juez me lo dijo, que no sabía por qué me habían llevado.

-Bueno José, nos esperan unas cuantas sesiones. Es mejor que no mientas, que digas la verdad. Es absurdo mentirte a ti mismo. Si te mientes no aprenderás nada y volverás a maltratar una y otra vez. A mí, me da igual que me mientas, estoy muy acostumbrada. Por otra parte, también puede pasar que no mientas, sino que no entiendas lo que has hecho o que lo entiendas, pero no seas capaz de aceptarlo, o incluso que ni siquiera diferencies qué es maltrato y qué no lo es.

– Sí, sí, yo no voy a mentir nada. Nunca miento.

– Vale, una cosita antes de irme, lo de las disgregaciones emocionales es falso. Me lo invento siempre.

Los nombres de los internos y de las víctimas han sido modificados, así como las fechas y los lugares.

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